Es increíble Maradona. No lo digo tanto como persona, que es mas debatible. Algunos prefieren verlo como Diego el hombre y otros como Diego el jugador. Si cabe mi opinión no creo que esté en nadie decirle al otro como debe verlo, eso está en uno. Diego, el hombre, vive a tiempo completo, es todo lo que debe y puede ser, pero a la vez es nada, es uno más del montón, es uno mas de nosotros. Diego, el jugador, es distinto, es una imagen, una idea, es un momento, es un fotograma tomado en el momento justo, es mucho mas que Diego hombre pero a la vez se pierde en él, en lo cotidiano y en lo mundano. El tiempo con él, fue tan vil y ruin, que si bien le puso una corona, magnifica y brillante, dejó que se erosione que se gaste, que se opaque.
Pero la historia habla y se impone, y es por eso que al principio hablo en presente, “es” y no “fue”. Maradona es increíble, no por quien era sino por lo que era. Cuando pienso en su nombre no recurre a mí otra palabra que “eterno”. Diego Armando Maradona será eterno, y como Sacheri ya lo dijo, él se colgó del cielo de los nuestros para toda la eternidad. Maradona será recordado en todo el mundo, sí, pero acá en Argentina, será leyenda. Años y años pasarán y la gente seguirá hablando de él, por que las personas se van, pero las leyendas quedan.
No quiero compararlo con figuras como el General San Martín, un hombre que sigue vivo 170 años después de su muerte, pero a la vez si quiero, porque siento que la historia cambia y nosotros cambiamos con ella. Es verdad, ya no hay guerras, ni conquistas, ni independencias, ya no circulan personas como Rosas, Guillermo Brown, Belgrano, Roca, transformadores que eran productos de su época, necesarios para sus tiempos. Pero ahora no, las cosas cambiaron y las hazañas que vivenciamos son otras, mas vulgares, mas pequeñas, verdad, pero no por eso menos absolutas y ciertas.
No quiero parecer nacionalista o romántico, pero creo que hay veces en que esos sentimientos nos avasallan, sentimientos básicos y primarios, los mismos que puede presentarse en un niño, esas sensaciones que nos hacen ver una historia de un superhéroe y alentar por él, por su causa y por su victoria, por ver como lucha y se resiste a todas las dificultades para lograr su cometido, aún sea dentro de su mortalidad y sus defectos. Oh glorioso Batman, bendito seas.
Maradona fue, es, y será una leyenda, una leyenda de la modernidad, y en un mundo como el de hoy, que cada vez cree menos en todo, él era la excepción. Maradona era la Argentina, en su fallida interpretación, pero indudablemente era nuestro reflejo, era como nosotros nos veíamos, como un campeón en decadencia, pero orgulloso aún y siempre listo para mostrarle al mundo esa personalidad que irrefutablemente nos identifica y nos dicta como somos. No por eso teníamos que aceptarlo o tomar su causa como nuestra, pero si creo que era algo que independientemente de nuestro deseo, ahí estaba, como el acento, como él mate, como la puteada. Ya estaba en nosotros y no podíamos hacernos los distraídos.
La vida puede ser vivida como uno quiera. Los amigos y enemigos se deciden. En lo personal, hoy mas que nunca puedo decir que no odiaba a Maradona. No es imposible odiar a alguien que no nos hizo nada, pero es difícil. Si alguna vez despotriqué por sus actitudes o ideas, eso ya pasó, con su muerte no son mas que viento y fotos. La historia, otra vez y como siempre, lo ayudará y pondrá todo en su lugar, solo hay que esperar que el tiempo se ponga a la par suya y a la nuestra.
Si alguna vez me canso de la idea, del arquetipo de leyenda, siempre puedo recurrir a un frase que él tan brillantemente soltó. Esta frase tan simple pero a la vez tan concreta, tan cierta y tan aplicable a muchas otras cosas de la misma índole, salió de la boca de Maradona y no pudo haber creado él, el prólogo mas perfecto para su leyenda. La frase logra algo muy difícil, disociar al hombre, imperfecto y finito, de la leyenda, intachable e infinita, capaz de circular por y dentro del colectivo imaginario. Capaz de ser todo y a la vez nada, como nosotros, aunque nosotros no la podamos ver ni sentir, sabemos que está ahí, esperando ser nombrada, esperando pasar de boca en boca, de papel en papel y de generación en generación. Ya que los años seguirán pasando y ella seguirá allí, mas viva que nunca, firme, inmortalizada.
En un futuro, la gente abrirá su libro, así como la gente abre hoy una copia del Don Quijote. Allí verá, antes si quiera de que se le cruce por la mente la palabra juzgar, una foto en blanco y negro de un chico que decía que su mayor sueño era jugar un mundial y no muchas mas páginas adelante leerá: yo me equivoque y pagué, pero la pelota no se mancha.