One Piece es una historia muy interesante. Su longevidad añade a esa valoración, pero más que nada, son su relevancia y su popularidad imposibles de ignorar. Es el manga más relevante de la historia a nivel números, reinando durante años los primeros puestos de venta.
Tengamos en cuenta que One Piece empezó en 1997, casi 26 años de serialización. No es poco. Con más de 1000 capítulos, se sigue publicando semana a semana.
Verdad es que esa longitud que lo coloca dentro de un selecto grupo, le juega un poco en contra, ya que, con cada año, y cada nuevo arco, se hace más difícil para nuevos lectores introducirse en su mundo. En cierto sentido es algo triste, pero, por otro lado, el manga siempre estará ahí esperando a ser leído, como una más dentro del enorme catálogo existente, por más barreras de entrada que tenga, siempre hay lectores dispuestos a poner de su parte para disfrutar de una nueva y prometedora historia.
Es hasta divertido ver como el paso de los años fue cambiando el universo del manga. Cuando uno lee el primer capítulo de One Piece siente claramente que está leyendo un manga de antes del 2000. Las cualidades de un típico shonen de esa época son evidentes en el capítulo.
Algo curioso que caracterizaba la época, y que, si bien puede que haya sido el motivo de muchos éxitos que tendría la Shonen Jump en los 2000, es ese curioso hecho (que desconozco si en la actualidad aún continua en práctica, aunque me inclino a pensar que ya no es tan así, aunque sea de forma parcial) es el involucramiento de terceros en las historias, más comúnmente del editor. La famosa figura del editor, aquel hombre tras las sombras, que guía al autor como un barquero por las oscuras aguas de la serialización y que tan bien los muestra un manga como Bakuman, es el que acumula su experiencia en la confección de los mangas y su ciencia, cuyo trabajo es dar opiniones e ideas al mangaka para llevar adelante su historia. Todo claro, bajo el implacable pulgar que representan los rankings de popularidad donde votan los lectores. Puede que la Shonen Jump ya no se rija por este método de las votaciones de popularidad semanales ni con la intromisión tan fuerte de los editores en las historias de sus autores, pero para esa época donde se publicaba algo como One Piece en la revista, era el pan de cada día.
Pienso que la libertad más reciente de la que disfrutan los autores de la Shonen Jump fue una bendición para la revista y lo que permitió el inédito éxito reciente que disfrutan sus series. No toda práctica vieja es mala, después de todo, son las que nos trajeron a este punto, pero tal vez los cambios a veces son para mejor. Pero eso es una discusión para otro día.
Volviendo, solo puedo sospechar, maliciosamente, que mucho de lo que pasa en el prefacio de One Piece no es lo que Oda, de quien no dudo de que posea muy buenas cualidades como escritor, hubiese pensado originalmente.
Que alguien como Shanks, que probablemente fuese en ese momento uno de los piratas más importantes de ese momento, por más que en aquel pueblo no lo conocieran (que no es tan inverosímil, si suponemos que son un pueblo aislado del exterior) pueda perder un brazo por la culpa de la mordida de una especie de pez gigante da que pensar. Definitivamente es raro, pero no lo es tanto si se ve el motivo de esa herramienta narrativa para generar un momento humano, sellando la relación entre él y Luffy para siempre. Shanks, alguien muy poderoso, sacrifica su brazo (ni más ni menos para un usuario de la espada) para salvar a un indefenso Luffy. Definitivamente es algo que existiría en una historia que se precie de contener drama.
La “humanización” de Shanks se contradice no solo con lo que debería ser su naturaleza en ese momento, sino que también colisiona con lo que vemos después de One Piece que, de forma en mi opinión acertada, impone una resistencia sobre humana en todos los humanos de aquel mundo. En One Piece casi nadie muere, por más golpeado, acuchillado y maltratado que sea. Incluso un personaje sobrevive a más de 80 días sin comer. En HunterxHunter, Togashi lo haría igual, en cierto modo, de forma más adecuada. Allí también partimos de la premisa que los personajes son sobrehumanos, ya que como mínimo son capaces de correr por horas y de levantar toneladas de peso, pero con la diferencia de que pueden sufrir heridas, son vulnerables si el escenario es lo suficientemente adverso.
Lo que quiero decir es que existe una contradicción entre que Shanks sea “débil” y sufra una pérdida, pero también se entiende la necesidad de ver a un Shanks invencible que es capaz de cortar una montaña a la velocidad de la luz. Eso es shonen después de todo.
Tampoco olvidemos como tomamos la muerte por un disparo en la cabeza (creo que One Piece tiene un problema con las armas de fuego) de un bandido a manos de un integrante de la banda de Shanks, algo que luego no se repite, o no de forma tan explicita. O, y tal vez lo más emblemático, la muerte de la amiga de la infancia de Zoro cayendo por las escaleras. Bueno. Como dije, la gente no muere en One Piece. Excepto claro que la historia lo requiera.
Creo que sería un hecho de interesante analizar esa búsqueda de un balance que llevan adelante los shonen para, por un lado, ser historias de personajes sobrenaturales, y por el otro, ser historias de conflictos entre simples personas. Por más invencible y supremo que uno sea, el corazón no es más que el corazón, o eso se supone, al parecer.
Para no hacerla larga innecesariamente. El primer arco de Naruto es mejor que el de One Piece, si, y por bastante. Si bien Naruto tiene múltiples problemas a nivel de escritura, Kishimoto con la clara ayuda de los bienintencionados editores lograron hacer una excelente introducción a su historia, hecho que se ve mejorar aún más por el excelente doblaje que tiene la serie, que sigue al de Estados Unidos y altera los diálogos de forma no tan sutil, logrando un mejor producto final, hecho que desconocía hasta hace poco pero no me sorprende. Por ejemplo, la frase de Zabuza, famosa y única, donde las palabras lo cortan profundamente, más que cualquier navaja, es original del animé. Tomaron el dialogo del manga que, si bien no es malo, es algo inexpresivo (cosa no necesariamente común a todas las historias japonesas. Para buenos ejemplos dirigirse a algo como 3-Gatsu No Lion o Hirayasumi) a algo, como diría un hombre de mucha sapiencia, demasiado humano.
Retomando. Kishimoto, que pasaría a demostrar con el paso de los años ser un escritor bastante deficiente, tuvo la idea de una gran historia, incluso original, con un buen universo y mucho potencial. Desgraciadamente, los efectos de su poca habilidad (que luego plasmaría en todo su esplendor en el manga que publicó al finalizar Naruto, Samurai 8, que no duró ni un año) y la nefasta influencia de los editores se observa en el primer tomo del manga, donde en una de las notas de autor, cuenta que la existencia de Sasuke y Sakura fueron ideas del editor, y que originalmente o no iban a existir o serían personajes diferentes. Sasuke arrunaría la historia y etc., etc. Con esto quiero decir que, tal vez sería bueno dejar a la gente crear sus historias en paz, ellos son los artistas, nosotros lectores y el editor, eso, un editor que puede tener sus ideas, pero no debe creerse más que el autor. Como vemos, la pérdida del brazo de Shanks no detuvo a Oda de crear un gran manga, pero a Kishimoto lo destruyó-
Volviendo de aquella tangente. Naruto, con el primer arco de Zabuza y el país de las olas, supera con creces el primer arco de One Piece, que sería la introducción de Luffy y su sombrero. Este arco es simple, no es muy profundo y no pasa nada muy relevante. No es malo, pero no creo que le haga justicia a una historia que se desarrollaría de otra forma más adelante. Si consideramos la introducción de Zoro la cosa cambia. Porque Zoro es demasiado bueno como personaje.
Un acierto de Kishimoto, es que, de primeras, definitivamente Naruto es un personaje más empático (tal vez el mejor logrado en esta primera parte si lo comparamos con Luffy o Ichigo del big three. Luffy después iría mejorando en este aspecto, de Ichigo no opino porque no conozco mucho de Bleach).
Lo más gracioso es que Naruto es bueno porque hace en cierto sentido lo que hace que One Piece sea lo que es, que es tomar su historia como un medio para contar historias diferentes de muchos personajes, que tal vez no se relacionan directamente con su protagonista. En cierta forma, Oda me recuerda a un cuentista clásico, al estilo Julio Verne. Mediante historias cortas te da una historia entretenida, dramática y simple pero efectiva en su ejecución. Nada es tremendamente complejo, pero en su simpleza, posee un grado de humanidad que sobresale y desemboca en una forma de escribir y de llevar una historia que no se ve en otros mangas. No por nada es así de exitosa, claro está.
El arco de Zabuza es bueno por múltiples motivos, tenemos a Kakashi, el típico personaje misterioso que es una leyenda viviente (a lo largo de la serie queda en rídiculo la mayoría de las veces. Jujutsu Kaisen en ese sentido cumple mucho más en ese aspecto. Como dice Brandon Sanderson, si prometes algo al principio, tu tarea es cumplirle esa promesa al lector durante el desarrollo de la trama. Si todos dicen que Kakashi es el más fuerte, tiene que ser el más fuerte y punto, como lo es Gojou, que es hasta ridículamente absurdo. Si tu historia va de ninjas y sus conflictos tu historia debería ser de ninjas y sus conflictos. Fin del comunicado). También tenemos ninjas, peleas estratégicas e historias atractivas.
En este caso, nos volvemos a encontrar esta búsqueda de dotar de “humanidad” a los personajes, incluso en sus peleas. Se tiran pocos jutsus, ya que son cosas inimaginablemente destructivas y fuera de lo común, es obvio que se debe ser cuidadoso. Los cuchillos cortan y la gente pierde sangre. Sin ir más lejos, Kakashi inutiliza los dos brazos de Zabuza mediante heridas punzantes, algo inimaginable para lo que vendría después en la serie. Kakashi y Naruto son simples guardaespaldas contratados por Tazuna, que pagó plata a la Aldea de la Hoja, que se rige por el Hokage, algo así como un alcalde, para contratar protección. Zabuza no es más que un mercenario, también contratado, en este caso por un empresario del transporte. Haku es tal vez el elemento que más sobresale (además del 9 colas dentro de Naruto, pero eso puede obviarse) porque lleva mascara y se introduce al grupo como un integrante de ANBU, fuerza misteriosa que, entre otras cosas, busca y captura ninjas que abandonan la aldea para matarlos y eliminar sus cuerpos para ocultar la información que pueda contener de otras aldeas ninjas (bien Kishimoto, bien). De cierta forma, y si se quiere, todo es muy simple y llano.
Curiosamente, el arco de Zabuza va de, entre otras cosas, su visión del mundo. Un mundo donde él, siendo un asesino a sangre fría desde que era chico, ve a los ninjas como simple armas, usadas y descartadas cuando dejan de servir. Carne de cañón, con la única aspiración de matar y morir haciéndolo.
Pero como esto es un shonen, y para la suerte de todos, el protagonista lo hace cambiar de opinión. Zabuza se termina dando cuenta, cual el Shakeaspeare espectador de Shuumatsu no Valkyrie, que él mismo, al igual que vos, no es más que un humano (más).